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La primera Fundación
En 1980, la UMSA conmemoró el cincuentenario de la Autonomía Universitaria. Las autoridades universitarias de ese entonces (especialmente el Rector Hugo Mansilla, el Secretario General Fernando Cajías y el Secretario Ejecutivo de la FUL, Henry Oporto) apoyaron la iniciativa de que una buena manera de conmemorar era integrarse a la festividad del Gran Poder.
La Asociación de Conjuntos Folklóricos apoyó la participación, dándole ese año la posibilidad de abrir la Entrada con la danza que vean conveniente, por lo que se optó por fundar la Llamerada por: su carácter de danza andina, la necesidad de su rescate y su carácter de danza juvenil.
La UMSA apoyó con la compra de la vestimenta, el pago de la banda e inclusive con la organización de una fiesta, a la manera de preste, en la zona de Chijini. Lastimosamente, a las pocas semanas, se produjo el golpe de García Meza y entre las pertenencias que fueron saqueadas, estaban las de la flamante Llamerada San Andrés
La segunda fundación
Seis años después, el 7 de marzo de 1986, se volvió a fundar la Llamerada San Andrés. Los actores de la fundación fueron los docentes Fernando Cajías y Edgar Bustillos; las estudiantes de Turismo e integrantes del Ballet Folklórico Nacional Carmen Flores y Mónica Chacón; además de Marisol Zabala, Ivon Vera, Deysi Duran, Jhaneth Calatayud y Luis Sempertegui, que conformaban el grupo “Los Patos” y que se constituyeron en los grandes animadores de los ensayos, participaciones y fiestas de la Llamerada.
La primera participación pública de la Llamerada fue en la Entrada del Gran Poder en 1986. La banda fue financiada por aportes de los docentes y el apoyo generoso de la empresa Stege.
El vestuario, en los primeros años, llevaba los colores de la UMSA (rojo y azul) y, como en todos sus detalles, a excepción de sus colores se ha mantenido hasta la fecha. Una de las pocas variantes se dio en el traje de los hombres al eliminarse el uso del ponchillo.
En 1987 se presentó por segunda vez en la fiesta del Gran Poder y al día siguiente se produjo el primer preste del grupo en la misma zona. La directiva y la comisión artística de ese año, estuvo compuesta por Marisol Zabala, Luis Sempértegui, Mónica Chacón, Carmen Tapia, Deysi Durán, Carmen Flores e Ivon Vera.
En 1988, la Llamerada amplió sus actividades. El 13 de febrero, en forma integrada con la Llamerada Socavón de Oruro, realizó su primera participación en el Carnaval de Oruro.
Ese histórico año, a iniciativa de Luis Sempertegui y Fernando Cajías, con el apoyo de las autoridades universitarias, el 5 de marzo se llevó a cabo el primer Carnaval Universitario, que luego se transformaría en la Entrada Universitaria.
Entrada Universitaria
En 1988, varios miembros de la Fraternidad, propusieron al Rector de ese entonces, Guido Capra y a la Dirección de Extensión Universitaria, la celebración de un Carnaval Universitario, en las semanas subsiguientes del Carnaval tradicional.
La idea fue inmediatamente apoyada por las autoridades universitarias, para el efecto se formó una comisión de organización, presidida por Luis Sempertegui, miembro de la Llamerada y, a quién se debe, en gran parte, que la iniciativa se haya convertido en una imponente realidad. Posteriormente se le dio el carácter, más adecuado de Entrada Folklórica Universitaria.
La Llamerada ha participado desde entonces en todas las versiones; como reconocimiento a su trabajo de pionera en el folklore universitario, se le otorga un lugar de privilegio en la apertura de la fastuosa y masiva Entrada Universitaria.
Participación en Festividades Populares
Además de la Entrada Universitaria la Llamerada, cada año, participa en la Entrada del Señor Jesús del Gran Poder (La Paz), Carnaval de Oruro, Corso de Corsos (Cochabamba) y Chutillos (Potosí)
En todas las presentaciones, la Llamerada lleva, orgullosamente, el nombre de la UMSA y su principal objetivo de coadyuvar en la difusión y defensa del folclore paceño y boliviano.
Participación Internacional
En ocasión de recordarse los 500 años del Encuentro de Dos Mundos, la Fraternidad "Llamerada San Andrés", junto a la Fraternidad Diablada de Oruro, los "Caporales San Simón" y los "Sambos Caporales", participó en la Exposición Mundial de Sevilla, en el espectáculo "Bolivia en la Calle", que se realizó el 6 de agosto de 1992.
En diciembre de 1996 se presentó en la ciudad de Tacna.
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La Llamerada es una de las danzas más antiguas del folclore boliviano; pertenece en sus orígenes a la nación aymara, empero, en las últimas décadas es también interpretada por mestizos y criollos de las ciudades del occidente de Bolivia.
Su nombre original en idioma aymara es "Karwani". Es una danza mimética precolombina porque imita una actividad concreta del hombre andino: la del pastor y arriero de llamas. Al ser la danza una de las actividades más antiguas de la humanidad, todo hace suponer que la Llamerada nació con el mismo pastoreo.
Por lo expuesto, se deduce que la Llamerada es una de las danzas más antiguas del mundo andino. Ahora bien, la danza ha sufrido variaciones según las diferentes épocas; ha cambiado su sentido mágico; existen innovaciones fundamentales en la coreografía, vestimenta, participantes y música.
Las variaciones regionales y temporales, han llevado a varias interpretaciones; a continuación describiremos las más importantes:
El Rodeo Andino
La tradición cuenta que en " épocas antiguas" se realizaba el rodeo andino, consistente en un gran cerco humano en torno a los rebaños de auquénidos. Concluido el rodeo, se efectuaba la "Huilancha" o el sacrificio de la llama, cuya sangre era ofrecida a los dioses andinos. Según esta interpretación, la danza actual de la Llamerada es un recuerdo del rodeo andino (Fuente: Llamerada Norte de Oruro).
Postillones y Arrieros
Otra tradición narra que la Llamerada recuerda a los postillones incaicos, que arreaban a los auquénidos para transportar los productos de una región a otra.
Esta tradición se empalma con otra que recuerda a los arrieros de la época colonial, sobre todo aquellos que transportaban productos desde y hacia Potosí.
Vida diaria y ceremonia
La interpretación más adecuada señala que la Llamerada es una danza mimética, porque trata de imitar la actividad diaria del hombre andino; pero, también representa la vinculación ritual con la llama, por eso, la vestimenta de los danzantes es elegante y recupera antiguos signos de poder.
Participación de la Mujer
En la mayor parte de las danzas del folklore andino, la mujer participa recién desde hace tres décadas. En la Llamerada, la mujer tiene participación desde tiempos antiguos porque las labores del postillón o del arriero a Potosí, no eran actividades exclusivas del hombre, eran más bien actividades familiares.
Al ser la Llamerada una danza mimética no podía prescindir de la participación de la mujer.
La vestimenta
El atuendo es una mezcla de antiguos elementos -utilizados por los Aymaras desde tiempos precolombinos y coloniales hasta el siglo XIX- con elementos del vestuario aymara actual.
La montera es la característica más típica. Sirve para cubrir la cabeza, su forma es cuadrada bordeada de flecaduras. La forma recuerda el sombrero que utilizaban los aymaras, sobre todo sus autoridades, hasta principios del siglo XX.
La vestimenta del hombre incluye: la camisa de bayeta o de seda; el pantalón de bayeta, corto hasta poco más abajo de las rodillas; calcetas de cayto hasta la altura del pantalón; abarcas; un aguayo de colores que cruza la espalda, posando por el hombro derecho y debajo del brazo izquierdo para concluir amarrado sobre el pecho; un chumpi o faja multicolor que rodea la cintura; una soga enroscada, hecha de la lana de llama que cruza el cuerpo, en sentido contrario que el aguayo. En las llameradas más tradicionales, los hombres también llevan una careta de yeso, con los labios fruncidos, en actitud de silbar.
El hombre y la mujer portan, en la mano derecha, una honda o Korawa, símbolo de pastores y arrieros. La mayor parte de los "pasos" incluyen el movimiento de la honda, simulando el arreo de las llamas.
La vestimenta de la mujer incluye: una o más polleras anchas largas; debajo de las polleras, uno o más centros o mancanchas; blusa sobre ella un aguayo cruzado, a la manera de la vestimenta que usan las campesinas en día de fiesta.
Los colores han variado con el tiempo. El tradicional color negro lo utilizan los tatalas; la tropa utiliza diferentes colores, según la fraternidad y según la festividad.
Por ejemplo, los colores que más ha utilizado la Llamerada San Andrés son el rojo y el azul, o sea, los colores de la UMSA.
Mónica Chacón
Dentro de la currícula de la carrera de Turismo de la Universidad Mayor de San Andrés estaban las materias de Folklore de Bolivia I y II. En el programa de estas materias, aparte de toda la teoría necesaria, estaban los trabajos de campo y viajes de estudio a las diferentes festividades en el área urbana y rural del país.
Los viajes eran duros, la mayoría de las veces en el viejo camión que proveía alimentos y gas al comedor universitario y luego del trabajo de levantamiento de información bajo la estricta guía del profesor Freddy Bustillos, los grupos de estudiantes quedábamos libres para disfrutar de los atractivos del lugar.
Ya que todo el pueblo estaba de fiesta, no había otra cosa más que vivirla, por lo que nos sentábamos en la plaza a esperar las comparsas de los bailarines, entonces bailábamos detrás de cada comparsa imitando sus pasos y terminábamos siendo los invitados en cada local.
Así empezamos a conocer más las danzas, sus pasos y coreografías, hasta que casualmente, un grupo de estudiantes de Turismo y amigos afines, asistimos a la boda de Gladys Blanco una compañera de la carrera que había invitado también a Fernando Cajías, Hugo Boero Rojo y Freddy Bustillos.
En medio de la fiesta, todos empezamos a bailar música nacional y, por supuesto, sacamos a relucir los pasos aprendidos. Ello motivó a que Fernando Cajías nos hablara de que en años pasados había un grupo que bailó la Llamerada y que era uno de sus sueños recuperarlo para la UMSA.
Esa noche docentes, alumnos y amigos presentes nos comprometimos con el desafío. Entre otros, Marisol Zabala, Luis Sempértegui, Ximena Mendoza, Gladys Blanco, Daysi Durán, Ciro Valencia, Susana Udaeta, Franz Valverde y Mónica Chacón.
Una semana después nos reunimos en el piso 13 del monoblock y designamos a los responsables de las diferentes comisiones, siempre encabezados por Fernando Cajías.
Los días venideros los sueños se fueron volviendo realidades y logramos entusiasmar a las autoridades universitarias para que nos den su apoyo, sin lograr, lamentablemente, financiamiento. Entonces nos dedicamos a reclutar amigos, chequeos y simpatizantes.
Así logramos conformar un grupo de 70 personas. Pero, faltaban más cosas y lo más importante: el baile, los pasos, variaciones y coreografía. Para ello contactamos a Edmán Gozalvez, quien junto a Mónica Chacón, Carmen Flores y Carmen Tapia del Ballet Folklórico Nacional y Javier Loroño y Marisol Zabala fueron los responsables de los ensayos y de la parte artística.
Ensayábamos lunes, miércoles y viernes en las afueras del Teatro al Aire Libre y los fines de semana en la plaza Villarroel. Fuimos los primeros en descubrir esos espacios de “ensayo” que ahora son patrimonio de los grupos de baile. Alquilamos trajes muy económicos de “primera salida” y nuestra banda fue la más pequeña; sin embargo por nuestro entusiasmo, pasos bien ejecutados, el respeto de la originalidad y significancia de la danza hicieron de nuestra primera participación en Gran Poder inolvidable. Dicen que incluso ese año (2006) ganamos la entrada pero nos descalificaron porque nos colamos.
Así se hizo realidad un sueño que hoy lleva 25 años, pero no sería posible sin su “ajayu”, esa esencia es Fernando Cajías, el único fundador y antiguo que sólo dejó el grupo cuando tuvo que cumplir una misión en el exterior, pero que lo apoyó desde todas las facetas de su vida profesional, pública y privada, año tras año, para que el sueño no muera y crezca más y más hasta lo que es hoy.
Audalia Zurita
Pasan dos décadas y la memoria se remonta al momento de decidir; no fue tan difícil ya que si bien hay muchas danzas folklóricas, no todas se adecuaban a nuestra inquietud de revalorización y rescate de expresiones culturales andinas: Todos los caminos se dirigieron a la Llamerada San Andrés.
Nosotros llagamos a un trabajo previo digno de resaltar por parte de los fundadores. Para entonces la investigación sobre la vestimenta, la armonía en el baile y otros detalles habían sido definidos. Gran sorpresa, los pasos y coreografía no había sido cosa muy sencilla hasta que con los ensayos, el cuerpo adoptó el ritmo y casi automatizó los pasos, mientras que la ropa en principio algo extraña, luego fue parte de nuestra convicción.
Las sorpresas continuaron porque el trayecto en Oruro o en el Gran Poder, no resultaban muy cortos, las abarcas nuevas nos laceraban los pies, pero la llegada al Socavón o al final del recorrido, siempre fue un triunfo digno de festejo, tanto así que hubo momentos que buscamos nuevos espacios para bailar y desde luego festejar, sólo así podemos explicarnos los bailes en Chulumani, Sorata y otras provincias, aunque otros retos como Potosí (Chutillos) o Cochabamba (Corso de Corsos), constituyeron nuevas metas que las hemos superado.
Sin imaginarnos nunca las oportunidades que se nos presentarían como parte de la Llamerada San Andrés, repentinamente nos vimos bailando en la Expo Feria de Sevilla en 1992, donde acudimos con vestimenta propia del frío y el Altiplano, cuando en realidad estábamos al nivel del mar y a 50 grados de temperatura; no sin antes pasar momentos difíciles dentro de nuestra propia organización pues no todos podían ir, pero además algunos como Adalid Zurita eran menores de edad.
Sin habernos propuesto de manera expresa, el grupo que hemos compuesto Reinaldo Imaña, Adalid Zurita, Pepe Antezana, César Del Castillo, Carolina Chacón, Eddy, Lily Zurita, Jaqueline Rioja, Gonzalo Rivera y Audalia Zurita, hemos otorgado a la Llamera San Andrés, una dinámica diferente que junto a los más antiguos como Fernando Cajías, Mónica Chacón, Carmen Flores, Carmen Tapia, Chiri , , , , permitió avanzar. A la vez, nosotros recibimos el don de sentirnos representantes de una prestigiosa organización.
Hoy, después de tantos años, una organización consolidada y la composición numerosa de la Llamerada San Andrés, recordamos el entusiasmo del baile vinculado a la energía y vigor de la juventud, la juventud que inexorablemente va quedando atrás, dejando en su paso a los amigos, compañeros con los que ocasionalmente compartimos ensayos, bailes, decisiones de modelos y color de ropa, organización de coreografía, lugares y puestos de cada uno de los danzantes.
Queda fijo en la memoria los momentos de gran alegría, festejo y triunfos en el campo folklórico que hemos cosechado y que nos llena de orgullo al mencionar que hemos sido miembros o aún lo somos de la Llamerada San Andrés.