(Leticia Lorenzo)
Nos educan en la idea de que “formar una familia” es el equivalente a crecer, casarse y tener hijos. Pero en ese proceso, aprendemos que hay formas de formar una familia: sin casarse, sin hijos, con los amigos. En definitiva, nos damos cuenta que hay lazos que no tienen que ver con la sangre y sí mucha relación con el amor y el cariño.
Y 25 años después, creo que uno de los logros más importantes de la Llamerada San Andrés es el haberse construido como una gran familia, con todo lo que ello significa.
Para mí, como extranjera que ama profundamente a Bolivia, es mi familia boliviana. Gracias a la Llamerada aprendí a conocer las maravillas de este país tan fantástico. Aprendí de la cultura, de la amistad y la lealtad… y por qué no decirlo, también aprendí a secar por derecha y por izquierda, con el apuro de quien cree que la chela se va a extinguir.
Llevo 10 años como parte de esta hermosa familia y lo que me sigue resultando encantador, es que en la Llamerada siempre se prioriza la felicidad de la gente. Todos quienes tengan ganas de bailar pueden venir a la Llamerada y serán bien recibidos.
Y como si eso no fuera suficiente, en adición se da un profundo respeto por la tradición de la danza, desde la composición del traje hasta la forma del baile. Estas son algunas de las cosas que hacen que quiera y respete enormemente a mi familia Llamera.
Pero además está la calidad personal de sus miembros, que es algo difícil de describir. Los mejores amigos, los hermanos y hermanas de la vida, yo los encontré en la Llamerada.
Ya hace tres años que no vivo en Bolivia y, sin embargo, gracias a mi familia Llamera, sigo sintiéndome parte de cada uno de los aconteceres. Porque ellos no se olvidan de ti cuando te vas; siguen siempre atentos a tu vida y tus rumbos. Y se preocupan porque tú también estés al tanto de lo que pasa en la Fraternidad.
Mi familia Llamera es una síntesis de bondad. Ha pasado muchas cosas en estos 25 años, momentos de festejo y de crisis, alegrías y tristezas, buenas y malas rachas, abandonos y regresos. Pero sigue manteniendo esa esencia. Eso es lo que hace de la Llamerada San Andrés una familia muy pero muy especial. Y yo estoy tan orgullosa de ser parte de este colectivo, que volvería una y otra vez, desde cualquier lugar del mundo, sólo para bailar una cuadra con la Llamerada.
Por eso quiero brindar por estos 25 años y desear que vengan 25 más, por los actuales llameros pero también por los futuros. Porque es un premio de la vida encontrar un espacio así, tan lleno de buenas gentes y de alegría. Y con felicidad, antes de terminar, quiero recordar a nuestra querida Pata, que tanto amó a esta Fraternidad y que seguramente, desde algún lugar, estará brindando con nosotros en este aniversario.
¡Muchas felicidades querida familia!
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Artículo Leticia Lorenzo
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